El huracán Harvey, al igual que con otros desastres, ha demostrado una vez más que las comunidades se reúnen y se ayudan cuando surge la necesidad. Además, vimos que aquellos líderes que no ayudaron donde pudieron, se dejaron llevar por la creencia común de que debían actuar para ayudar a los vulnerables y albergar a los desplazados. Lamentablemente, todos debemos recordar hablar por los vulnerables y los abusados, incluso cuando no nos enfrentamos a un clima cataclísmico u otros desastres, naturales o provocados por el hombre.

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Cuando dirige una organización internacional con proyectos que afectan a todos los continentes e involucra a personas en comunidades de todo el mundo, espera que todos entiendan que su organización valora la libertad de expresión, la inclusión y el discurso civil, detesta la intolerancia y la violencia, y promueve la equidad. en todos sus trabajos y operaciones. Y la mayoría de las veces, saber qué valores tenemos y modelamos es suficiente. Pero no siempre.
 
En The Ocean Foundation reconocemos que hay momentos en los que debemos ser aún más claros en nuestra defensa de la sociedad civil y el estado de derecho. En el pasado, con nuestros colegas, nos hemos pronunciado con rabia y tristeza por la incapacidad de los gobiernos para proteger a los líderes comunitarios que son asesinados en defensa de sus vecinos y los recursos de los que dependen, o que no protegieron. Asimismo, hemos llamado a la persecución de quienes busquen defender prácticas ilícitas a través de amenazas y violencia. 
 
Hemos impulsado aquellas organizaciones que monitorean y defienden a quienes trabajan en la tierra (y el agua) todos los días. Rechazamos organizaciones que buscan promover el odio y fomentar la división. Y nos esforzamos por apreciar plenamente las diversas circunstancias que nos permiten hacer el trabajo que hacemos y apoyar la defensa de nuestro océano.

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Todos debemos trabajar juntos no solo para condenar el racismo, la misoginia y la intolerancia, sino también para combatirlos. Los eventos del verano pasado, desde los de Charlottesville hasta los de Finlandia, no se limitan a los perpetradores individuales, sino que se derivan de todos aquellos que fomentan el odio, el miedo y la violencia. Cualquier inequidad e injusticia que perciban como perpetradas contra ellos no puede ser abordada por estas acciones, ni podemos tolerarlas como una búsqueda de justicia para todos. 
 
Debemos hacer lo que podamos para detener a aquellos que actúan con tales sentimientos de odio, y aquellos que usan la mentira incesante, el jingoísmo, el nacionalismo blanco, el miedo y la sospecha para controlar nuestra nación dividiéndonos. 
 
Debemos difundir y defender la verdad, la ciencia y la compasión. Debemos hablar en nombre de aquellos que son atacados y aterrorizados por grupos de odio. Debemos perdonar a quienes han sido engañados, engañados y engañados. 
 
Que nadie sienta que está solo.