Elegí hacer una pasantía en The Ocean Foundation porque sabía muy poco sobre el océano y sus numerosos beneficios. En general, era consciente de la importancia de los océanos en nuestro ecosistema y el comercio global. Pero sabía muy poco específicamente sobre cómo la actividad humana está afectando los océanos. Durante mi tiempo en TOF, aprendí sobre numerosos problemas relacionados con el océano y las diversas organizaciones que intentan ayudar.

Acidificación de los océanos y contaminación plástica

Aprendí sobre los peligros de Acidificación de los océanos (OA), un problema que ha crecido rápidamente desde la revolución industrial. La OA es causada por moléculas de dióxido de carbono que se disuelven en los océanos, lo que resulta en la formación de ácido que es dañino para la vida marina. Este fenómeno ha causado un gran daño a las redes alimentarias marinas y al suministro de proteínas. También pude unirme a una conferencia en la que Tom Udall, el senador principal de Nuevo México, presentó su Ley para liberarse de la contaminación plástica. Esta ley prohibiría artículos de plástico específicos de un solo uso que no son reciclables y obligaría a los productores de envases a diseñar, gestionar y financiar programas de residuos y reciclaje.

Una pasión por el futuro del océano

Lo que más disfruté de mi experiencia fue conocer a personas que dedican sus carreras a trabajar por un futuro sostenible para el océano. Además de conocer sus obligaciones profesionales y cómo eran sus días en la oficina, tuve la oportunidad de conocer los caminos que los llevaron a carreras en la conservación de los océanos.

Amenazas y conciencia

El océano enfrenta múltiples amenazas relacionadas con los humanos. Estas amenazas solo se volverán más severas ante el crecimiento de la población y el desarrollo industrial. Algunas de estas amenazas incluyen la acidificación de los océanos, la contaminación plástica o la pérdida de manglares y pastos marinos. Sin embargo, hay un problema que no daña directamente el océano. Este problema es la falta de conciencia de lo que está pasando con nuestros océanos.

Alrededor del diez por ciento de las personas dependen del océano como fuente sostenible de alimentación: eso es alrededor de 870 millones de personas. También dependemos de él para una variedad de cosas, como la medicina, la regulación del clima e incluso la recreación. Sin embargo, no mucha gente lo sabe, ya que no se ven directamente afectados por sus numerosos beneficios. Esta ignorancia, creo, es tan destructiva para nuestro océano como cualquier otro problema como la acidificación o la contaminación del océano.

Sin conciencia de los beneficios de nuestro océano, no podremos cambiar los problemas que enfrenta nuestro océano. Al vivir en DC, no apreciamos completamente los beneficios que nos brinda el océano. Nosotros, unos más que otros, dependemos del océano. Pero desafortunadamente, dado que el océano no está en nuestro patio trasero, nos olvidamos de su bienestar. No vemos el océano en nuestra vida cotidiana, por lo que no creemos que desempeñe un papel activo en él. Debido a esto, nos olvidamos de tomar medidas. Nos olvidamos de pensar antes de recoger un utensilio desechable en nuestro restaurante favorito. Nos olvidamos de reutilizar o reciclar nuestros envases de plástico. Y, en última instancia, terminamos dañando involuntariamente el océano con nuestra ignorancia.